jueves, 12 de noviembre de 2009
crítica Antichrist, de Lars von Trier
Antichrist. Suecia/Italia/Polonia/Dinamarca/Francia. Dir: Lars von Trier. Sección Panorama - Autores.
No son pocos los que hace tiempo vienen asegurando (a los gritos, incluso) que el amigo Von Trier debiera haber colgado los botines tras la movida de marketing del Dogma. Algunos, no tantos, confiábamos, hasta ahora, en que el creador de Dancer in the Dark todavía podía sorprender desde un lugar legítimo, consolidar su lugar como autor y, de paso, entregar un gran film.
El caso de Antichrist, una verdadera fiesta de cine bizarro maniqueo, calculador y tremendamente hijo de puta, es todo lo contrario a lo que uno podía desear.
El film comienza con la miserable decisión de estetizar (ralenti incluido) la caída de un bebé desde una ventana. Y lo que sigue es peor.
Prefiero meter el dedo en la torta y decirte que el punto más alto de la catarata shocker de Von Trier es el primer plano de una automutilación de clítoris. Esto como parte del combo autoflagelación culposa por parte de la madre del niño, kit de dolor que incluye los malos momentos que le hace pasar una extraordinaria Charlotte Gainsbourg a nuestro querido Willem Defoe. Mala, mala, mala eres.
En el medio, más de una hora de lamentos nórdicos, en medio de la nada, vacío geográfico que se traslada al guión, en el que abundan los llantos y los diálogos de pretendida relevancia psicológica, como para reforzar que estamos ante un drama y no ante una más de terror quirúrgico.
Pero no. Von Trier desbarranca ante su necesidad de sacudir al espectador como sea, cagándose de manera definitiva en su carrera previa (o profundizando sus costados menos nobles) sometiendo a los actores a un tour de force únicamente concretado para demostrar lo bien que trabaja con los intérpretes a la hora de sacarles emoción y entrega. Y si no preguntale a Bjork.
Y lo peor de todo, sin embargo, llega previo a los créditos finales, cuando una placa nos dice que el despropósito de marras fue un homenaje a Tarkovsky. Hay que ser turro, hay que ser.
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--daniel castelo